Si a lo largo del siglo XIX se habían terminado de matematizar los fenómenos mecánicos y se habían ido cuantificando los fenómenos termológicos, eléctricos y magnéticos, completando el edificio de la Física Clásica sobre la matemática del número real, el mundo de la continuidad y la noción de causalidad, el primer tercio del siglo XX sería testigo de dos auténticas revoluciones en Física.
Francisco A. González Redondo (UCM), comisario de la muestra
En 1900, con la formulación de la hipótesis cuántica por Max Planck, había nacido la física cuántica, al considerar necesaria la introducción de la discontinuidad de la energía, los cuantos, para explicar la radiación de un cuerpo negro. En 1905 Albert Einstein presentaría la Relatividad restringida (a los sistema de referencia galileanos) o Relatividad especial, y en 1915 establecería las ecuaciones de campo de la Relatividad general, nueva teoría general de la gravitación que facilitaría el estudio del Universo. Estas revoluciones en la Física internacional coinciden con la que en España se ha considerado la Edad de Plata de nuestra Cultura; el período 1898-1936, durante el cual tres generaciones sucesivas de científicos, las del 98, el 14 y el 27, aspirarían a la convergencia científica con Europa.
Confirmada la visita de Albert Einstein a España para la primavera de 1923, la mirada de la ciencia española de la emergente de la física del momento era el catedrático de Electricidad y Magnetismo de la Universidad Central, Blas Cabrera Felipe. Cabrera fue el primero en referirse a Einstein y la relatividad en una conferencia impartida en el congreso de Zaragoza de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias de 1908 sobre “La teoría de los electrones y la constitución de la materia”, aunque no lo haría en su discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias en 1910 sobre “El éter y sus relaciones con la materia en reposo”. Antes de confirmarse la concesión del Premio Nobel de Física, Albert Einstein había empezado su gira por el mundo desde Alemania en octubre de 1922 hacia Japón, pasando por Singapur en su vuelta a Europa, haciendo una parada en Palestina, y, de allí, a Francia camino de España.